lunes, 1 de noviembre de 2010

VUELVE A EMPEZAR

En la vida luchamos diariamente con situaciones que no son de nuestro agrado, situaciones que no nos permiten ser felices a totalidad o que simplemente nos roban momentos de paz porque nos llevan a hacer cosas que realmente no quisiéramos hacer y que muy en el fondo de nuestro corazón quisiéramos cambiar.
Quizá en algún momento lograste estabilizar tu vida, lograste vencer aquello que tanto te incomodaba cuando llegabas delante de la presencia del Señor, aquello que hacía eco en tu mente cuando decidías tener momentos a solas con Dios, aquellos pensamientos que te atacaban tratando de desestabilizar tu vida intima con el Señor, mas sin embargo por alguna razón volviste a lo mismo, y eso ya se convirtió en un círculo, en donde te arrepientes, pasas un tiempo estable y luego vuelve al mismo error.

Y es que hay algunas áreas de nuestra vida que se tienen que ir restaurando progresivamente, quizá no será de la noche a la mañana, ni de una semana para otra, pero a pesar de ello, Dios está trabajando en nosotros y en especial en esas áreas que son un mal sabor de boca para nosotros.
Quizá ese proceso comenzó en tu vida, poco a poco comenzaste a vencer aquello que tanto daño espiritual te hacía, poco a poco comenzaste a dejar aquel habito maligno que lo único que hacía era acusarte delante del Señor. Por un tiempo te sentiste que por fin lo habías logrado, te sentiste seguro que ya todo había pasado y esa seguridad se convirtió en tu peor enemigo, ya que bajaste guardia y volviste al mismo error nuevamente.
Hoy quizá estás leyendo esto, confundido, triste y hasta cierto punto un poco enojado contigo mismo porque te dejaste vencer nuevamente por aquella área que creías superada.
Y es que nadie puede sentirse que ya lo ha vencido todo, pues cada día nos enfrentares a situaciones que ameritaran que estemos en guardia, que no bajemos ritmos y que sobre todo estemos apegados a nuestro Padre Celestial, porque de otra manera seremos presa fácil para el enemigo.
Y es que tampoco voy a negar que hay un sentimiento horrible que después de un tiempo de sentirte seguro, que ya todo había pasado y que por fin habías podido vencer esa área que te daba dolor de cabeza, vienes y nuevamente caes en el mismo error.
Ese sentimiento que ahora te invade, de fracaso quizá, de desesperación, de rendición y todo lo que te quiera llevar a no intentarlo mas no puede ser producido por Dios, pues Dios jamás te podría sentimientos de desanimo y derrota, al contrario, El siempre ha creído en ti porque te ve con ojos de amor.
Hoy quiero invitarte a que comiences de nuevo, a que no te des por vencido a que no creas que todo esta acabo o que nunca podrás vencer esa área, estoy seguro que en Cristo si la puedes vencer, dejándote tomar de la mano por El y estando apegado a El.
No creas que todo se ha acabado, no creas que eres un caso perdido, porque para Dios no hay caso perdido, El siempre tiene un oportunidad mas para ti, pero es necesario que esta vez no te confíes, que no creas que lo tienes todo bajo control, sino que al contrario, siempre dependas de El, que jamás te sueltes de su mano y sobre todo que mantengas esa comunión con El activamente y diariamente.
Hoy es necesario que lo intentes nuevamente, que comiences de cero, los errores son del pasado, ayer ya paso, el hoy es el que vale para que el mañana sea perfecto como Dios anhela que sea, ¡Levántate!, ¡No te rindas!, ¡Comienza nuevamente!
Quizá, sea difícil arrancar, pero si una vez pudiste, ¿Por qué no podrás nuevamente?, ¿Quién te ha dicho que no puedes, si con Cristo todo lo puedes?, además no estarás solo, Dios estará contigo en este proceso, solamente no te apartes de esa comunión con El,
¡Vamos! ¡Comienza nuevamente!
Dios te ve y mira en ti el potencial que hay para llevar a cabo muchas tareas para su beneficio, Dios quiere usarte pero para ello tienes que pasar por ese proceso en el cual El te moldeara exactamente como te necesita para esa determinada tarea, por lo tanto
¡Comienza nuevamente!
Quizá te cueste perdonarte, pero tienes que saber que cuando le pides perdón a Dios de corazón y sinceramente, Dios te perdona, entonces, ¿Por qué no te perdonas tu mismo?, perdónate ya, no te acuses mas, porque Cristo te pregunta: ¿Dónde están los que te acusaban?, El te toma de la mano y te levante y al ver que no hay nadie de los que te acusaban te dice:
“Ni yo te acuso, ¡Vete y no peques mas!”.
Jesús no te acusa, al contrario, el te levanta y te da nuevas oportunidades, aprovecha esta nueva oportunidad para vencer y jamás volver a ser vencido, el enemigo te puede ganar una batalla, pero jamás te ganara la Guerra, porque tienes de tu lado a Jehová de los Ejércitos.
 
¡Vamos, Comienza de nuevo!
 

LA IMPORTANCIA DEL MATRIMONIO

El primer vínculo familiar que debemos fortalecer es horizontal: el del matrimonio. De él depende toda la familia. Debemos, pues, acercarnos a nuestro cónyuge, manifestándole amor y comprensión. El esposo debe amar y cuidar a su esposa, y la esposa debe aceptar al esposo como cabeza del hogar. «En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo» (Efesios 5:33). La armonía conyugal viene cuando determinamos hacer a un lado el egoísmo. Es algo que obtenemos con esfuerzo.
Pero a veces, aunque nos hemos esforzado por tener un buen matrimonio, algo pasa. Perdemos el primer amor que sentimos cuando nos casamos. ¿Qué podrá inyectar nueva vida en las venas de un matrimonio raquítico? ¿Qué puede una pareja introducirle a su matrimonio que le devuelva el calor que una vez tuvo?
Para empezar, deben traer a la memoria aquel día mágico en que como novios se pronun-ciaron esas palabras sagradas de unión eterna. Allí no hubo hipocresía. No hubo falsedad. Se dijeron que se amarían para siempre porque se querían de todo corazón. En ese momento encantador el tiempo se detuvo y dos corazones se convirtieron en uno. ¿Cómo se les iba a ocurrir que podría venir el día en que ese amor se enfriaría? PPero algo pasó. La ilusión se deshizo, y se apagó la chispa. ¿Qué hacer?
Pero algo pasó. La ilusión se deshizo, y se apagó la chispa. ¿Qué hacer?
Juntos deben decidir que, pase lo que pase, su matrimonio no va a destruirse. El amor es el producto de una determinación, no de un sentimiento, y cuando los dos determinan que la separación no es, ni nunca será, una opción, esa determinación le dará a su matrimonio nueva esperanza.
Uno de los peores males que padecemos en la actualidad es la idea de que el amor es algo que se siente nada más. A eso se debe que haya tantas separaciones y tantos divorcios. Cuando los casados dejan de «sentir» el amor de novios, suele suceder una de dos cosas: o se convencen de que ya se acabó su relación conyugal, o se valen de ese vacío emocional para justificar una relación extramatrimonial en la que sí vuelven a sentir ese amor excitante de antes. ¿Y qué es exactamente lo que sienten? La pasión sensual, que en demasiados casos no tiene relación alguna con el amor genuino.
¿Qué es, entonces, el verdadero amor? Es algo que se practica, como el deporte. Es algo que se ensaya, como la guitarra. Es algo que se mantiene, como el estado físico. Y es algo que se cultiva, como un jardín. ¿Por qué? Porque vale la pena. «Si … me falta el amor —afirma San Pablo—no soy nada.» En cambio, si tengo amor, tengo algo que se reproduce, pues «el amor jamás se extingue» (1 Corintios 13:2,8).
La pareja debe invertir tiempo en su matrimonio y no dejarlo al azar. ¡Pero que sea tiempo bien invertido! Eso incluye gozarse juntos, disfrutar de sanas diversiones juntos, pasar noches juntos con el televisor apagado, y compartir confidencias juntos.
Finalmente, deben perseguir las mismas metas espirituales: leer la Biblia juntos, orar juntos, ir a la iglesia juntos y buscar a Dios juntos. De lo contrario, estarán divididos. «Y si una familia está dividida contra sí misma —asegura Jesucristo—, esa familia no puede mantenerse en pie» (Marcos 3:25). Pero si, como familia espiritual, buscan «primeramente el reino de Dios y su justicia» (Mateo 6:33), Dios se encargará de bendecir su unión tanto en lo material como en lo espiritual.
Para los que se encuentran al borde del fracaso conyugal, es importante que comprendan que nunca es demasiado tarde para empuñar las riendas de su matrimonio a fin de salvarlo. Si le piden a Dios que los ayude, Él lo hará. Después de todo, Dios es el que diseñó el matrimonio, y siempre está dispuesto a repararlo. Pero es imprescindible que lo pongan en sus manos y le permitan hacerlo. Porque si no están dispuestos a cooperar con Él, poniendo de su parte para restablecer la armonía en su matrimonio, es probable que tengan que afrontar las siguientes consecuencias naturales.
La pareja debe invertir tiempo en su matrimonio y no dejarlo al azar. ¡Pero que sea tiempo bien invertido! Eso incluye gozarse juntos, disfrutar de sanas diversiones juntos, pasar noches juntos con el televisor apagado, y compartir confidencias juntos.
Finalmente, deben perseguir las mismas metas espirituales: leer la Biblia juntos, orar juntos, ir a la iglesia juntos y buscar a Dios juntos. De lo contrario, estarán divididos. «Y si una familia está dividida contra sí misma —asegura Jesucristo—, esa familia no puede mantenerse en pie» (Marcos 3:25). Pero si, como familia espiritual, buscan «primeramente el reino de Dios y su justicia» (Mateo 6:33), Dios se encargará de bendecir su unión tanto en lo material como en lo espiritual.
Para los que se encuentran al borde del fracaso conyugal, es importante que comprendan que nunca es demasiado tarde para empuñar las riendas de su matrimonio a fin de salvarlo. Si le piden a Dios que los ayude, Él lo hará. Después de todo, Dios es el que diseñó el matrimonio, y siempre está dispuesto a repararlo. Pero es imprescindible que lo pongan en sus manos y le permitan hacerlo. Porque si no están dispuestos a cooperar con Él, poniendo de su parte para restablecer la armonía en su matrimonio, es probable que tengan que afrontar las siguientes consecuencias naturales.